



En esta iniciativa entendemos la solidaridad como una acción de resistencia comunitaria. La pandemia de COVID-19 hizo evidente las dinámicas de exclusión y precarización que el Estado de Guatemala y sus aliados mantienen en el país. Esto pone en riesgo la vida de muchas personas que se han expuesto a esta enfermedad para poder garantizarse medios de subsistencia. Es por eso que la solidaridad se entiende como un acto político de cuidado a nuestras comunidades y, por extensión, a nosotras y nosotros mismos.
La solidaridad es una forma de vida que muchas veces nos ha sido heredada por nuestras ancestras y que nos permite vivir de forma plena y segura.



Al adoptarla como postura política reconocemos que funciona como un primer espacio para conocernos y articularnos. La solidaridad se manifiesta con acciones concretas y no por medio de discursos.
Estas acciones ponen en primer plano a las comunidades, organizaciones o personas. Quienes decidimos practicarla debemos partir siempre de la empatía. Ésta nos permite identificar cuándo estamos teniendo un acercamiento respetuoso y nos evita caer en conductas paternalistas o extractivistas.



Desde la solidaridad sólo es posible construir, sumar, enriquecer.
Representa un acto de resistencia ante los efectos del capitalismo porque hace evidente que el cuidado individual es insuficiente para mantener relaciones armoniosas y de respeto con nuestro entorno (social y natural). Pero la solidaridad no puede entenderse como una actitud disruptiva porque no ocasiona destrucción.

